Ayer besé en los labios a la República de 1902. Caminamos tomados de las manos por los mismos pasillos que recorrió Don Tomás hace un siglo; atravesé el cuarto donde Valeriano Wayler reposaba sus botas lavadas con sangre; se deslizaron sobre mi cabeza todas las banderas desechas de la independencia. Mientras acariciaba sus labios con los míos, el 20 de mayo no me pareció tan infausto.
La imagen de la República de 1902 me miraba a los ojos; yo solo veía dos almendras y el filo del siglo XX rasgándonos la nuca. Su perfil mostraba aún cierta candidez, cierto romanticismo de cadenas rotas, quizás germinado al pavor de las recientes teas incendiarias y del porvenir errante. Su corona fueron mis manos despeinándola, su tocador mis caricias. Yo solo soy un instante después de su tercera guerra. Tal vez yo fui su guerra necesaria.
Aunque hija de la misma tierra, la República de 1930 ya era la ceniza ardiente del sueño fundacional. En esas tierras quise ser Apóstol y terminé en el exilio. Quizás deba alegrarme de mi suerte. La decadencia física e intelectual no llevaba a otro destino. La moral es de mármol y no la lustran las poses. La sumisión y el interés no se enmascaran nunca con la rebeldía táctica ni con el altruismo artificioso.
Luego de tanta pupila insomne y de tanto perseverar en mis treces, la doctrina reformadora de antaño terminó sucumbiendo ante el vicio y la podredumbre de los 30. La reacción peor que la de Regüeiferos me ganó un “palmacristazo” y un boleto sin retorno, pero yo guardo mi pasaporte en el pecho a sabiendas de que la República de los 30 también tuvo un 20 de mayo.
Ahora no estoy en ningún tiempo, pero me angustian, a su modo particular cada cual, dos Repúblicas antagónicas. Quizás sean la misma en diferentes décadas. ¿Será que a todo 1902 le sigue irremediablemente un 1930? Por la buena providencia espero que no, porque mientras una es como la luz de la arenga, la otra es una nave varada sobre el río.
Sería genial si las personas normales pudiera entender a qué rayos te refieres…no crees?
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RoRo, es que el trabajo no se refiere a personas normales.
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Creo que todas las personas son normales, Renecito…incluso Einstein lo era!! Claro, hay algunos más listos que otros, o más excéntricos, pero eso de «normal» es demasiado ambiguo…no crees?
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Bueno, eso de «normal» lo dijiste tú. Yo utilizo la exclusión de «normal» en el sentido de lo fuera de lo común, de lo «extraordinario». Enfin, es cierto que «todas las personas son normales», pero no todas son «ordinarias», no crees?
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Estamos de acuerdo en que ordinario es un calificativo que conlleva un tipo de evaluación que nadie está en derecho de hacer respecto a los demás????
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Lo «ordinario» es una condición ajena a nuestra voluntad, o a la subjetividad de uno. Se es «ordinario» o se es «extraordinario». Lo que sucede es que son tantos campos en la vida que la mayoría de las personas somos «ordinarias» en casi todo. Pero en algún terreno, siempre puede manifestarse esa contraposición.
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Está claro que tenemos concepciones muy diferentes tú y yo respecto a las personas y la vida. No necesariamente debes ser un músico virtuoso, o un intelectual de prestigio, o un ingeniero brillante, o un médico como pocos para ser considerado extraordinario, pienso yo. Mi madre, que no es ni una maestra al estilo de Carmela, ni hizo con su vida nada que pueda considerarse extraordinario, es, a mi entender, una mujer extraordinaria. La «extraordinariedad» es una valoración tan personal, que no creo que nos corresponda nunca determinar si alguien lo es o no.
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Estamos de acuerdo en eso RoRo, parece una tormenta en un vaso de agua, qué problemática eres! ¿Venganza por el post de Víctor? Cuando me refiero a «campos de la extraordinariedad» no me refería solo a la vida profesional, sino también a la personal. Digo «en algún terreno, siempre puede manifestarse esa contraposición.» En el caso de tu mamá, seguramente, es «extraordinaria» para tí por el cariño que te ha dado. Es «extraordinaria» porque el cariño que te ha dado a tí no es «ordinario» en relación al que le da a la mayoría de las personas del planeta, ni respecto al que tú recibes de la mayoría de las personas que conoces. No crees?
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Tú sabes que no es venganza por el post de Víctor, no es ese precisamente el que me enervó la sangre, pero no lo voy a debatir DE NUEVO contigo 😛
Y precisamente por eso te decía que lo extraordinario, es relativo. Todos somos extraordinarios para alguien…no crees?
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Eso es lo que he intentado decir desde el comienzo. A lo que se refiere el post es «extraordinario» para mí. Seguramente esas personas «extraordinarias» entendieron lo que dije. Claro, pero tú sales en «defensa» de la audiencia que crees no entendió el trabajo. Seguro sí entendieron algo, aunque no todo, porque los referentes no aparecen explícitamente.
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Me parece, Renecito, que estás dándole demasiado crédito a tu audiencia…dudo mucho que el 50% de las personas entendieran a qué te referiste en el post…eres demasiado críptico, pero a ti te encanta la metatranca…qué se le va a hacer?
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La gente entiende lo que le convenga. Rellenan los «espacios vacíos» del texto con su propia imaginación. A lo mejor interpretan otra cosa distinta a lo que dije, pero si es válido para ellos, es válido entonces para el texto. Ya olvidaste las clases de semiótica de FCOM???
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Estás expuesto entonces a las decodificaciones aberrantes, esas que todos los comunicadores deseamos evitar, y, por ende, tratamos de hacer nuestro mensaje lo más claro posible…parece que faltaste a esa clase en FCOM jajajajja
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jajaja Ro, lo que pasa es que después de esa clase era respecto a los estudios de semiótica de los 60´s. Más tarde, Umberto Eco escribió «Lector in fábula», un libro donde afirma que «no hay texto más abierto que un texto cerrado». O sea, que no importa que te esfuerces al máximo por clarificar todas las palabras, el acto de decodificación siempre será libre. Parece que fuiste tú quien faltó a la clase siguiente de semiótica. O a lo mejor cuando tú estabas en la facu eso no estaba todavía en el plan de estudios jajaja
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Eh, que tampoco soy tan vieja, pero tengo más experiencia práctica que tú….ya veremos lo que piensan tus lectores de Trabajadores de un texto «cerrado» de libre interpretación…como cuando se anunció hace unos años que iba a ser feriado el Viernes Santo, sin decir que era porque era Viernes Santo jajajajajjaajjaja
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Claro, para las cosas informativas hay que ser lo más «cerrado» posible. Para eso están los géneros, si esto fuera una nota, Iraida Calzadilla me hubiese dado 2- jajaj, pero es una crónica, así que puedo tomarme ciertas libertades, no?
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Libertades…sí, si eres de los que escribe para sí mismos, claro!!! Este es el típico ejemplo de la muela por la muela, hecha solo para comprenderla tú. A eso le llamas crónica??
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Rouslyn, si fuera así, (y no me quiero comparar con nadie, solo me atengo a tu razonamiento), José Lezama Lima, todo el grupo Orígenes, Carpentier, y hasta Martí en ocasiones, fueran unos «mueleros» que no escribían textos de valor. En el caso de este trabajo, me parece que no es «impenetrable» ni mucho menos, y que hay muchos sentidos que afloran desde la primera lectura.
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Yo sabía que tu inflamado ego iba a saltar, pero no me imaginé que llegaras a comparar tus textos a los de Carpentier, Martí o Lezama!!!
Modestia, apártate, que llegó René el Grande!! 😛
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ok ok dí lo que quieras. Atácame en lo personal, pero yo no hablé en mi nombre (lo declaré), sino en nombre de una manera de entender el periodismo y la literatura.
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